Muchos caminos

Gracias al gentil auspicio de mi amigo chileno-ecologista-con dejos de locura, estos dìas he conocido lugares maravillosos, una mezcla entre los paisajes de los lagos del sur y las playas de la Isla de Pascua (kiubo). Hasta de paseo en bote-barco-lancha me fui, y gratis, la linda. Pero cada vez que descubro una nueva imagen me dan ganas de que hubieran muchos màs que pudieran estar compartiendo el mismo privilegio que yo. (Apenas puedo mando fotos, voy a usufructuar de la generosidad de mi amigo Victor Hugo para que me preste las fotos que el ha tomado con su càmara digital).

Hoy es 31 de mayo, deberìa estar decidida ya sobre mi tiempo de estadìa en esta casa, pero es tan difìcil cuando todos los dìas se abren caminos distintos que recorrer y el futuro es siempre tan incierto. Aunque he estado leyendo los Hechos de los Apostoles (tan evangèlica que me puse) y los viajes de Pablo me han hecho ver que al final lo mejor es viajar "ligero de equipaje", tanto literal como metafòricamente, o sea vivir el momento intensamente sin preocuparse por el devenir, sino aventurarse sin intentar arraigarse sino ejercitando un desprendimiento continuo, principalmente con lo material pero tambièn con lo humano.

Eso te da espacio para estar atenta a los signos que van apareciendo, para escucharlos, meditarlos, descifrarlos e incorporarlos al camino para hacer una nueva elecciòn. Dentro de estos dìas llega mi hermano, miren que venir a juntarnos acà en Marseille, estoy segurìsima que le (te) va a encantar, ya me sè varios caminos que podemos recorrer juntos.

Estos dìas ha habido un viento fuertìsimo. Cuando era màs chica, miraba El Tiempo luego de las noticias, y la sennorita decia "para mannana se esperan vientos de 80 kilòmetros en Punta Arenas", trataba imaginar còmo serìa un viento asì. Ahora lo sè, aca le llaman Mistral y bota todo lo que estè de pie. Pero tambièn te regala atardeceres maravillosos y la luz que se proyecta sobre las casas cuando cae el sol es realmente impresionante.

Màs tarde me toca ir a pasear a las cabras chicas en un trencito turìstico que recorre parte de la ciudad, del mismo estilo de los trencitos a los que me neguè a subir tantas veces cuando estabamos de paseo, y ahora me toca subir no mas y hacer como que es el paseo màs entretenido y emocionante que podrìà exisitir.